De la misma forma en que el enseñar historia requiere de involucrar a los asistentes al curso con anécdotas, reseñas y ejemplos, la química también requiere describir el proceso de transformación química como un suceso entre personas. Dicho de otra forma, una reacción química puede describirse como la pelea entre un padre y un hijo, el proceso de enamoramiento de dos personas, los pensamientos de un esquizofrénico frente a la posibilidad de cruzar una avenida, etc. Sin embargo, no es trivial desarrollar historias que describan adecuadamente un proceso químico, la mayoría de las historias que se proponen tienden a ser deficientes, no logran involucrar toda la información que se desea. A partir de lo anterior surge la necesidad de desarrollar el arte de enseñar las transformaciones químicas, de la manera más simple, pero manteniéndose apegados a los hechos científicos.
Cuando me enseñaron química por primera vez quedé honestamente confundido. No es de extrañarse, una clase que consiste en dictar el contenido de un curso no es considerado enseñar. Luego me encontraba con personas que sobresimplificaban las cosas, parecía que con el tiempo les crecía la flojera y terminaban enseñando como si contaran una telenovela mal. Ahí está la causa del problema, algún día quedaron fascinados por la telenovela pero de tanto contarla se aburrieron. Por esto es necesario desarrollar el arte. ¿Qué pasaría si un cantante se aburre de interpretar la misma canción en el primera vez de una gira que durará un año? Fracasará tarde o temprano.